En el camino del yoga, es inevitable que el maestro, en algún momento de su desarrollo, se enfrente a la ilusión de «saberlo todo». Este sentimiento se produce cuando la experiencia adquirida en la práctica lo distingue de los demás, generando la tentación de compartir conocimientos en exceso, incluso cuando no se le pide. Este es un punto crucial en la evolución del yogui, donde la práctica ya no se trata sólo de asanas, pranayama o teoría, sino de gestión de la energía interna y humildad en la enseñanza.

Ego y conocimiento: Aparigraha y Avidya

Los Yoga Sutras de Patanjali nos advierten sobre la trampa del apego (aparigraha, YS 2.39) y la ignorancia (avidya, YS 2.5). La creencia de que uno lo sabe todo es una manifestación de avidya, porque el conocimiento profundo es siempre expansivo y revela más misterios en lugar de certezas rígidas. Aparigraha nos recuerda que ni siquiera debemos apegarnos al conocimiento adquirido, sino más bien dejarlo fluir sin poseerlo ni imponerlo.

La humildad del maestro

 El ego del maestro que quiere hablar constantemente de su sabiduría surge de un deseo de validación y reconocimiento. Pero el verdadero conocimiento no necesita ser exhibido; Irradia en silencio, como la fragancia de una flor.

Sthira Sukham Asanam: Estabilidad en la rendición

Patanjali define asana no sólo como una postura física, sino como un estado de estabilidad y comodidad (sthira sukham asanam, YS 2.46).

Esta enseñanza se puede extrapolar a la relación entre maestro y discípulo: la verdadera estabilidad en la enseñanza no proviene de la necesidad de demostrar, sino de la capacidad de sostener.

Un maestro verdaderamente anclado en su práctica no necesita intervenir constantemente; Su energía y presencia comunican más que sus palabras.

 

Sostenerse sin desbordarse: Abhyasa y Vairagya

La clave para no desbordarse es la práctica (abhyasa, YS 1.13) y el desapego (vairagya, YS 1.15). Practicar el silencio consciente es un ejercicio de dominio energético: se trata de sentir el impulso de hablar o corregir y notarlo sin ceder ante él. Este autocontrol refina la energía del maestro y le permite compartir sólo cuando es verdaderamente necesario.

El Bhagavad Gita también refuerza esta idea cuando Krishna dice:
“El hombre sabio, libre de orgullo e ilusión, con su mente centrada en el Ser Supremo, abandona el deseo de poseer y controlar, encontrando la paz en la renuncia”. (BG 15.5)

Esto nos enseña que el verdadero maestro no necesita demostrar sus conocimientos, sino que los vive y los encarna.

 

Cómo relacionarse sin mirar hacia abajo

1.   Ver a cada persona como un reflejo de tu propio camino: Cada maestro y cada discípulo son espejos. El maestro que cree que «sabe más» sólo ve un reflejo de su propio proceso interno. La humildad consiste en reconocer que el aprendizaje nunca termina.
2.   Practicar Mauna (Silencio Consciente): No sólo el silencio externo, sino también el silencio interno. Observa cuándo surge la necesidad de hablar y pregúntate: «¿Es necesario? ¿Es útil? ¿Me pidieron que hiciera esto?».
3.   Escuchar más que hablar: Un maestro que realmente comprende no busca imponer, sino comprender. Preguntar antes de ofrecer una enseñanza puede ser más valioso que lanzarla sin contexto.
4.   Sostener la energía como un vaso lleno, pero sin desbordar: El Maestro que ha trabajado profundamente con su energía se convierte en un recipiente de sabiduría. Este recipiente no debe desbordarse, sino simplemente estar presente, permitiendo que quien tenga sed pueda acercarse y beber, sin que el agua se desperdicie.
5. Cultivar la compasión y la empatía (Karuna y Maitri, YS 1.33): Ver a los demás con amor y comprensión, sin comparación. Cada persona está en su propio viaje.

 

Conclusión:

El verdadero maestro no es el que habla incesantemente de sus conocimientos, sino el que puede conservar su sabiduría en silencio, permitiendo que otros crezcan a su propio ritmo. El yoga no es sólo una transmisión de información, sino un espacio donde la energía, la presencia y la humildad tienen más peso que las palabras. Como dice un antiguo proverbio zen: «Cuando el agua está quieta, refleja el cielo. Cuando el corazón está en calma, refleja la verdad».

Otros artículos que te interesan

Aparigraha: No codiciar

Aparigraha, es el último de los cinco yamas, nos invita a un viaje profundo hacia el desapego, revelando que la verdadera libertad reside en soltar las amarras que nos atan al mundo material y...

Brahmacharya: La moderación

El cuarto Yama, el Brahmacharya, se traduce tradicionalmente como "continencia" o "moderación", pero su significado va mucho más allá de la abstinencia sexual. Se trata de conservar y dirigir...

Asteya: la honestidad

Asteya, uno de los Yamas o principios éticos del yoga, nos enseña a cultivar una relación sana con las posesiones materiales. Va más allá de la simple abstención de robar, implicando desapego, no...

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.-

ACEPTAR
Aviso de cookies